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La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) estimó que, en 2020, de un total de 3,276,700 solicitudes internacionales de patentes, solo el 16,5% de las personas que las presentaron son mujeres. Y aunque la cifra representa un aumento del 5,2% respecto del 2006, el avance es lento. El organismo calcula que al ritmo actual, la paridad entre las y los inventores se alcanzará hasta 2058.

En 2021, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), calculó por primera vez el número de mujeres que hacen uso de la propiedad industrial. A partir de la revisión de solicitudes de marcas (42,295) entre noviembre de 2020 y enero de 2021, se encontró que 34% corresponden a mujeres. Sobre las invenciones (447), solo el 14% de las solicitudes de patente fueron hechas exclusivamente por mujeres.

Las cifras ponen de manifiesto una cruda realidad: las mujeres usan menos el sistema de propiedad intelectual que los hombres. Tener estas cifras es clave para abordar las brechas que abonan a esta disparidad, pues nuestras sociedades mejoran en la medida en que las mujeres ejercen su derecho a innovar, a inventar y a contribuir a la solución de problemas en el mundo.

En este otro ejercicio elaborado por el IMPI, se dimensiona lo difícil que puede ser que haya más mujeres inventoras que protejan sus invenciones. Se toma en cuenta el total de la población en México y el porcentaje de mujeres. De ese universo, se considera la participación de las mujeres en las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas); mujeres que no solo estudian, sino que se gradúan y se emplean en estas áreas; e incluso aquellas que participan como investigadoras. 

El resultado es que, de más de 61 millones de mujeres en edad de cursar estudios superiores, el IMPI solo recibe en promedio 1,260 solicitudes anuales de invención en las que ellas son inventoras, o de grupos con participación de mujeres. 

Ya hemos dicho antes que la innovación activa un círculo virtuoso de salud, bienestar y desarrollo social y económico, pero no podemos innovar sin la debida protección a la propiedad intelectual. Estamos a tiempo de abordar los factores sociales, culturales, educativos y económicos que impiden que más mujeres participen de la innovación.

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